La tecnología ha demostrado ser el principal componente estratégico – per se – con mayor capacidad de creación de valor empresarial. Su impacto directo en margen de utilidad, incremento de volumen, tasa de crecimiento o disminución de riesgo, permiten generar los recursos necesarios para lograr mejoras dramáticas en resultados económicos. La brecha de comunicación entre las áreas técnicas y de negocios obstaculiza toda nueva iniciativa.